¿Cómo comunicarme con mi adolescente para que me escuche?
- Ana Cristina Zamora
- 22 nov 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 27 nov 2023
Es difícil comunicarse con un adolescente que no escucha y reacciona negativamente a lo que se le solicita: las repetidas solicitudes que caen en oidos sordos; las peleas que se convierten en campos de batalla para ver quien tiene la razón; los desafíos que son provocaciones a las creencias y reglas de los padres. Estos escenarios son familiares para muchos padres y madres de adolescentes, que se cuestionan cómo mejorar sus relaciones, por lo que el reto es entender los procesos de desarrollo de esta etapa para poder mantenerse conectado y presente en la vida de sus hijos.
Antes que nada es importante tener en consideración que el adolescente está en una época de vida en la que necesita independizarse de sus padres y encontrar un grupo de pares de referencia que le permita reconocerse para construir su propia identidad. Esto le va a llevar a constantemente demostrarse a sí mismo y a sus pares que su opinión, así como sus comportamientos son afirmaciones de autonomía e identidad propia. Con ésto en mente, aquí enumero algunos puntos a tomar en cuenta al relacionarnos con nuestros adolescentes:
Establece reglas adecuadas para cada momento de desarrollo, comunícalas claramente manteniéndolas de manera consistente. Las reglas que mejor se cumplen son las que se acuerdan con el adolescente. Recuerda que demasiada rigidez lleva a rebeldía y demasiada fexibilidad lleva a la desregulación del comportamiento.
Reconoce verbal y explícitamente sus comportamientos prosociales, proactivos. Aprovecha el poder de las consecuencias naturales de las acciones, evita en la medida de lo posible los castigos. Los castigos usados constantemente generan enojo y resentimiento.
Activamente muestra interés en sus actividades tanto académicas como personales. Pregunta, escucha y valida sus logros, preocupaciones e intereses.
Busca tiempos relajados en los que puedas tener conversaciones ejercitando la escucha atenta. Asegúrate que tu hijo o hija puede platicar ampliamente, sin que lo interrumpas, procurando hablar de lo que a él le interesa y no tanto de tu experiencia.
Una vez que hayas escuchado atentamente, pregúntale si le interesa escuchar tu consejo si así quisieras dárselo. Evita los sermones largos y repetitivos que generan aburrimiento y desinterés. Es mejor mantener tu consejo corto y al punto, con explicaciones significativas para el adolescente.
Cuando tu hijo o hija está emocionalmente desregulado, en la medida de lo posible, apóyale a que se regule desde tu propia calma, si lo necesita, dale espacio y tiempo para que pase la tormenta. Tu cerebro de adulto tiene más conexiones que el del adolescente en el lóbulo prefrontal que regulan tus emociones. Aunque resulte difícil, tu cerebro está mejor equipado para regular tus propias emociones y las de los demás. Esta habilidad la puedes ir desarrollando con prácticas de meditación y atención plena.
Cuando expreses tus propias emociones y pensamientos usa palabras descriptivas claras. Procura no descalificar a tu adolescente. Explica exáctamente que comportamientos esperas de él o ella.
Si quiere platicar contigo, abre espacios de escucha, sin posponerlos, en la medida de lo posible. La vida rápida, llena de ocupaciones impide espacios de conversaciones significativas. Abre tiempos para esas conversaciones como por ejemplo en los trayectos en auto o tiempos más relajados después del trabajo y escuela.
Respeta el estilo de personalidad de tu hijo. Si es retraído, aprende a encontrar sus tiempos para platicar; si es platicador, no dejes de escuchar lo que tiene que compartir.
Respeta y valida sus gustos de su mundo adolescente. Muestra disposición para aprender cosas nuevas, ábrete a la exploración que te puede traer experiencias enriquecedoras.
Elige tus batallas. Evita peleas y discusiones sobre aspectos menores, para que cuando sea importante entrar en una discusión, la relación no esté desgastada. No te tomes todo personal, muchas cosas que dicen los adolescentes son impulsivas, emocionales; abre espacios de reparación de la relación cuando sea necesario.
Reconoce que tu hijo o hija es una persona diferente a ti que necesita ser validada y reconocida por quien es.
La tarea de ser papá o mamá de un hijo adolescente es difícil pero puede ser una etapa de vida de mucho crecimiento si existe la disposición. Si consideras que te beneficiaría un acompañamiento psicoeducativo en esta tarea, no dudes en escribirme a través de contacto@psych4.life

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